sábado, 30 de septiembre de 2006

Los becarios vuelven a las aulas

Querida Mara:

La vida en un suspiro. Cuando menos nos demos cuenta, serás una de ellos. Una becaria. Supongo que para entonces quienes pasen por tal condición no tendrán que padecer manidas bromas a costa de la ominosa herencia de su patrona, Mónica Lewinsky -de todo menos santa-, con su altar erecto sobre las ruinas del despacho oval de la Casa Blanca. La misma que hoy promueve la legalización de la tortura y el secuestro. Haz el amor y no la guerra. Sabio consejo.

La de becario es una de las obligadas aduanas por las que todo futuro mileurista debe pasar. Ahora que empieza el curso universitario, al igual que los amores estivales, las prácticas veraniegas tocan a su fin. Unos meses en los que en redacciones, bufetes, empresas y otros ámbitos del mundo real aprenderás a hacerte mayor fuera de las cuatro paredes de la cuna del aula.

Llegado el momento, cuando cruces la puerta, las pupilas te delatarán. Tu iris azulado desprenderá a partes iguales arrolladora ilusión y temor iniciático. Miedo a meter la pata que, sin embargo, no impedirá que pronto te pongas el mundo por montera. Las miradas condescendientes de los veteranos acabarán convertidas en cierta complicidad incapaz de ocultar tanto la envida por la insultante juventud como el recelo a que les jubiléis.

Ese tiempo ayuda no sólo a aprender el oficio con el que uno quiere ganarse las perras sino también a contrastar la solidez de la vocación. Incluso sirve para abandonar la pasantía rumbo a Broadway. Cubierto de legajos, hipotecas, tasaciones y formularios más de uno ha descubierto que realmente a lo que quería dedicarse era a hacer pulseras de cuero en Tarifa.
La de becario es una de las obligadas aduanas
por las que todo futuro mileurista debe pasar
Jornadas en las que apuntes y manuales caducan a la velocidad de la luz frente al día a día del trabajo. En la jerarquía laboral, del becario dícese chico o chica para todo. Portar con estiloso equilibrio los cafés, disimular ante el atranque de la fotocopiadora, enfrentarse al arcaico fax, enseñar al carca del jefe a utilizar el correo electrónico, cubrir ruedas de prensa en Moncloa e incluso preparar una opa hostil a la competencia porque en la oficina, en agosto, no queda ni el tato.

Alegría, desenfado, timidez, inquietud, nerviosismo, taquicardias y tropezones forman parte del legado ambiental que los becarios dejan a su marcha en el aire otoñal de las oficinas hasta que aterrice el siguiente reemplazo. En su mochila, la carpeta de apuntes, la corbata torcida y el bocadillo de mamá. Las nuevas quintas solapan a las anteriores sin plazo para la nostalgia más allá de las obligadas cenas de despedida. Hasta que un día alguien reconozca en pantalla a aquel muchacho del acné. ¿Le recuerdas? Ah, sí. Ahora presenta el telediario.

lunes, 25 de septiembre de 2006

A por la 51ª

Querida Mara:

Recién cumplidos tus diez meses en este mundo que te deformo, pareces decidida a patearlo enseguida. De la sillita a la carrera, sin estaciones intermedias ni gateos. Las nuevas generaciones pisan fuerte, que dirían nuestros ancestros de Atapuerca. Haces bien en erguirte pronto, que no hemos nacido para arrastrarnos.

Estrenas botas, que parecen de playmobil, cuando los primeros cielos nublados con sus tormentas intempestivas arrastran olores a tierra mojada, vientos de lejanas latitudes y recuerdos de cine. Los de la memoria sentimental en el que las colas del Roxy, tapizadas bajo los paraguas, se funden en negro con el descubrimiento de los universos de Von Trier, Fernando León y tantos otros.

En estas ondas arranca hoy la cuenta atrás hacia la 51ª Semana Internacional de Cine de Valladolid, la SEMINCI, que aguarda a la vuelta de octubre cuando los grandes enrollen la alfombra roja hasta la próxima cita. Con el equipo del certamen transformado en sastre rematando las costuras del nuevo traje, cada año único, comenzamos a conocer algunos de los títulos que abotonarán un cargado programa de películas, cortos y documentales.

Los semanistas crecen en las incubadoras

de las salas de cine

Durante unos días la recia capital castellana se convierte en sede cosmopolita de gentes de mil idiomas que adornarán sus calles con variados acentos y ropajes. Entre el exotismo y el glamour foráneo, sin embargo, destaca la infantería que padece o se emociona con cada historia en las trincheras de las butacas del Calderón.


Son los semanistas, una especie en constante expansión que crece generación tras generación en la incubadora de las salas de cine. Loach quizá nos ponga los cuernos y cambie la ribera del Pisuerga por la costa azul de Cannes, pero ellos permanecen inasequibles al desaliento ante las decepciones de algunos crímenes de lesa humanidad cinematográfica, compensados con sorpresas tan entrañables como ‘El hijo de la novia’ o ‘Familia’.

Se les reconoce por el hábitat que frecuentan en esta reserva natural del ptimo arte que quiere ser la SEMINCI. Cazan entradas en colas convertidas en mobiliario urbano, discuten enardecidos por un raccord y mantienen las constantes vitales gracias al suero intravenoso de la cafeína. La mejor aliada cuando Manoel de Oliveira se pone detrás de una cámara. El Apocalipsis parece más cercano que el final de cualquiera de sus obras.

Cumplidas las bodas de oro, el matrimonio entre cinéfilos y su Semana parece razonablemente bien avenido con sus más y sus menos. Para seguir nutriendo los regimientos de espectadores, querida Mara, no estaría de más reforzarte la papilla con granos de espiga y una pizca de Trouffaut aliñado con Kiarostami. Nos vemos en la cola.

sábado, 16 de septiembre de 2006

El tornillito

Querida Mara:

El otoño se anuncia, en estas vísperas, con la caída de la hoja en forma de fascículos que tapizan hasta el último rincón de los kioscos. Los colegios abren nuevamente sus puertas para acoger la diáspora de mochilas y uniformes en la vuelta al cole. Así que no podíamos ser menos tú y yo, con los primeros fríos regresa a las ondas nuestra relación epistolar.

Atrás quedan ya los días de playa y montaña, los chiringuitos, el ‘opá’ del Koala e incluso la depresión postvacacional. Del verano tan sólo permanece, inmutable desde hace décadas, el perenne fracaso de la selección de fútbol. Los chicos de la roja no entienden de estaciones. Nos decepcionan por igual independientemente del mes o año. En eso hacen gala de una inalterable regularidad germánica.

Saldada la deuda balompédica estival con esta pullita a la panda de Raúl, en este inicio de curso repetimos buenas intenciones. Cada poco marcamos en el calendario un hito a partir del cual arrancar un nuevo ciclo en el que prometernos retos y deberes. De algunos ya te he hablado en otras cartas. Ya sabes, apuntarnos a gimnasio y academia de idiomas. Los más emocionados hasta se plantean meterse con el chino, la lengua de las próximas décadas -dicen-, cuando apenas se entienden con el ‘on’ del vídeo.

Al calor de la calefacción, próxima a encender calderas, muchos optan por el bricolaje para mejorar la calidez del hogar con esa estantería que necesitan los libros esparcidos por los suelos, el armario empotrado donde archivar bermudas y pareos, una mesa ergonómica para el ordenador… ¡Tantas son las necesidades de la casa moderna! Es una época dorada para ferreterías y grandes almacenes, convertidos en templos de esta creciente afición fomentada por ese ya mítico programa televisivo en el que en dos tardes te construyen una piscina en el jardín o te levantan un rascacielos.
En todas partes cuecen habas,
aunque sean liofilizadas
Esta fiebre, Mara, alcanza incluso a los propios astronautas del Atlantis, que se han echado un paseo para alicatar la Estación Espacial Internacional. Ya sabes, ponerla más mona, que luzca mejor con sus nuevos paneles solares y, así, dar envidia a los tripulantes de cualquier Objeto Volante No Identificado que se acerque por esta parcela del Universo. No veas las luces que tienen preparadas para poner en la fachada durante la próxima Navidad.

Los chicos de la NASA han estado preparándose durante meses para tan delicada misión de bricolaje espacial. Tanto entrenamiento para toparse con el gran enemigo de todo manitas: el tornillo rebelde. En sus operaciones de alta tecnología han acabado perdiendo una arandela, un muelle y una tuerca. Ahora flotan en el vacío. Como para encontrarlos. En la caja del mueble en cuestión siempre acaba faltando algo. Por no mencionar los dichosos planos, que no entiende ni un ingeniero. Queda demostrado.

Entre las bajas se cuenta además una llave inglesa que se partió. Imagina la escena, Mara. Espera que aprieto un poco más. Y, zas, ya se la cargó el listo. Menuda bronca habrán tenido cuando se hayan despojado del traje espacial. Que si torpe, que si no haces caso, que si burro, que si me vuelvo al transbordador espacial de mi madre, que si hazlo tú si eres tan bueno… En todas partes cuecen habas, aunque sean liofilizadas.

Así que, repanchingado en el sofá, contemplo orgulloso las baldas torcidas de mi librería. Es un homenaje a la pericia y arrojo de nuestros osados astronautas. Con ausencia de tornillo incluida. Total, la Torre de Pisa también les quedó un poco inclinada y, ahí la tienes, monumento universal.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

De vuelta sin Plutón... 16 de septiembre...


Centralitas colapsadas, el Congreso reunido en pleno extraordinario, tensión en Moncloa y Zarzuela, 'Verano Azul' remasterizado en DVD, Gasol lesionado y Raúl deprimido, piscinas sin cloro, la Circular reabierta al tráfico rodado, tintorro recalentado en fiestas... Mara comiendo galletas...

La civilización occidental aguarda este jalón en su torpe devenir...

Regresamos el 16 de septiembre de este mismo año, sábado, a las mejores pantallas (de su pc) y a las ondas más dicharacheras...

Operación Retorno sin puntos ni carné... sólo una ligera ciática... en 'A vivir Valladolid'...

...Se acabaron las siestas...

Y el mundo ha seguido girando, incréible... menos Plutón...

¡¡Peque, estamos contigo!!

"Porque el tamaño sí importa", citando a una reputada astrónoma...

P.D. El retratado es El Fary, que las dudas le ofenden.