sábado, 14 de enero de 2006

Ese lujo, perder el tiempo

Querida Mara:

Ya te lo he comentado en más de una ocasión. A riesgo de repetirme, insisto. Te envidio. Y, como yo, muchos de los que te rodean. Dormir y comer, qué dos apasionantes ocupaciones. En eso inviertes el día y, encima, te premian por ello.

En cambio, con unos años más, si continúas centrándote en ambas delicadas tareas, los oídos no pararán de zumbarte. Si no, que se lo pregunten a los concursantes de ‘Gran Hermano’.

El aburrimiento, otro derecho a reivindicar en la era de la eficiencia máxima

Perder el tiempo, es decir, invertirlo en uno mismo, debería ser considerada una de las bellas artes y, en cambio, es perseguido por improductivo. Disfruta de los pocos años que la civilización occidental nos concede para tal cometido. En breve, las jornadas carecerán de horas para dar a basto el cúmulo de clases y actividades extraescolares.

Qué lejos quedarán esas tardes invernales de la infancia en las que el reloj se dilataba contemplando el gotelé de las paredes… con el me aburro siempre en los labios… El aburrimiento, otro derecho a reivindicar en la era de la eficiencia máxima.

Para los adultos aún es peor. Por eso, hasta han creado una comisión para conciliar la vida laboral y familiar. Más que nada, para ver si es posible que, cuando fichemos a la salida, aún quede un poco de sol del que disfrutar en la calle. Nos quieren europeizar, dicen, en horarios. Son más racionales, alega el presidente de la tal comisión que estos días anda cual vedette por todos los foros y televisiones.

Décadas de paréntesis para regresar a los orígenes…
a la cuna y, si la mandíbula también se jubila, incluso al biberón


Quieren que estemos a las cinco de la tarde desocupados. Disfrutando del no hacer nada. En principio, la idea suena golosona. Podría ser la primera comisión de la Historia Universal que aporte algo bueno a la Humanidad. A cambio, tendríamos que renunciar a la comida hogareña y la cabezadita al runrún de los documentales de La2.

Ilusiones

¿Ves cómo no te engañaba? Comer y dormir son dos lujos. Eso sí, en caso de haber sido buena, digo productiva, te dejarán jubilarte pasados los 60. Según un estudio que acaban de publicar esta semana, los españoles somos los trabajadores de la Unión que antes queremos retirarnos. Tontos nunca hemos sido.

Entre las ilusiones previstas para cuando colguemos los hábitos, la mayoría soñamos con convertir en realidad la eterna fantasía de grandes viajes. Luego, la pensión nos pone los pies en la tierra y resulta que la gran mayoría se dedica a no hacer nada. ‘A perder el tiempo’, comentaban los informativos… Como si eso fuera malo. Quizá sea mejor morir estresado a los 25.

En fin, paradojas de la vida laboral. Te pasas cuarenta años, o más, trabajando de sol a sol para ganarte el privilegio de recuperar hábitos de la infancia. Décadas de paréntesis para regresar a los orígenes… a la cuna y, si la mandíbula también se jubila, incluso al biberón.

Eso sí, para entretener al personal, la ciudad se ha convertido en una sucursal de Madrid. Este nuevo Valladolid, parque temático de la pavimentación urbana, goza de amplias vistas a todo tipo de obras. Desde la Plaza Circular hasta el Paseo Zorrilla. ¡Disfruten de las zanjas!

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