sábado, 7 de enero de 2006

Roscón para el general

Querida Mara:

Con el dulce sabor del roscón aún en el paladar, me encantaría conocer tu opinión acerca de tu primera Navidad. ¿Qué te ha parecido? Supongo que es pronto para preguntártelo con sólo dos mesecitos en este mundo que compartimos, aunque te habrá impresionado esta fiebre de festejos invernales a la que nos entregamos sin vacuna posible durante prácticamente un mes.

No me cabe duda de cuál será tu día favorito en cuanto comiences a definir las formas que te rodean… el 6 de enero… los Reyes Magos… como la de todos o, al menos, la mayoría…

Y es que, por muy republicano que uno sea, Melchor, Gaspar y Baltasar saben montárselo bien. Nos ganan por el estómago con esa sabrosa masa en forma de rosco para rematarnos con los regalos bajo el árbol… Un día de ilusión en el que los grandes también deberíamos refugiarnos a resguardo de la realidad cotidiana.

Los madelman seudogolpistas se agotaron en las tiendas el 6 de diciembre de 1978

Incluso algún general pide en su carta jugar a los salvapatrias para proteger a la inocente dama constitucional de los estatutos impuros aunque, para ello, se pase a la propia Carta Magna por sálvese la parte. Eso le pasa por jugar con tanto tanque de pequeño. Si le hubieran regalado alguna cocinita habría aprendido a prepararse una tilita antes de abrir tan condecorada boquita.
Ya lo siento, pero los madelman seudogolpistas se agotaron en las tiendas el 6 de diciembre de 1978…

En fin, dejando a los niños malos a los que el rey Bono debería traer su correspondiente dosis de carboncito, es una lástima, querida Mara, que un día tan díver sólo dure una jornada y la vuelta al cole espere, tramposa, a la vuelta de la esquina. Eso sí, las pilas de los juguetes, extenuadas, lo agradecerán.

Por eso, te propongo que el buen rollito que pretendemos destilar en estas fechas no caduque cuando tiramos al contendor los envoltorios, las cajas y demás cachivaches. Visto que mi promesa de año nuevo de pisar el gimnasio ha sido imposible de cumplir por pereza congénita, podríamos cambiarla por otro deseo más saludable de intentar ver la vida con cierto optimismo y, por qué no, el propósito de sumar entre todos para mejorar esta comunidad mal avenida.

Te propongo un deporte de riesgo a medio camino entre el maratón, la lucha libre y el sumo... ¡¡Las rebajas!!

Quizá parezca ñoño, cursi o empalagoso, pero no estaría mal… Algunos lo llamarían talante, con cierta acritud… lo prefiero a estar siempre metiendo el dedo en el ojo ajeno, la verdad. En fin, como ves, me había guardado una porción de roscón para el día 7.

Rebajas, deporte de riesgo

Y, si te va la marcha, te propongo un deporte de riesgo a medio camino entre el maratón, la lucha libre y el sumo. ¡¡Vámonos de tiendas!! ¡¡Comienzan las rebajas!! Te comento, una especie de fiebre del oro en el que nos hipnotizan para creer que nos dan duros de los de antes por una peseta de las de toda la vida.

Ésta es otra festividad, del santo capitalismo, que consiste en correr de tienda en tienda persiguiendo la felicidad en forma de vaquero a mitad de precio para terminar alcanzando la belleza absoluta en el 2x1 de prendas imposibles.

Tú quédate conmigo, en una esquinita, para observar. Como no echan nada interesante en la tele, podemos acomodarnos en la planta de megaofertones con unos panchitos y un refresco viendo cómo renace el sogatira. En vez de cuerdas, jerseys. Ante una camisa rebajada al 30% nada puede hacer aquello de paz a los hombres de buena voluntad. En la 3ª planta, no hay amigos. Es la jungla… la talla 38 vuela.

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