sábado, 6 de mayo de 2006

Del padre y la madre

Querida Mara:

Aprovechando que mañana es el ‘Día de la Madre’, voy a hablarte de tu padre. Porque él lo vale. Además, como no te dedicas al arbitraje, puede estar tranquilo. Bueno, en realidad, voy a hablar de tu padre y tu madre.

Dice Brassens, por boca de Loquillo, que “en la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual, que la música militar nunca me supo levantar”. Algo parecido me sucede con este tipo de celebraciones, especialmente cuando nos vienen directamente patrocinadas por los grandes almacenes, pero haremos una excepción.

Ya sabes, Mara, que suelo llegar siempre con cierto retraso a lugares y circunstancias: a la cita del café, al amor o a la playa. Así que, como se la debíamos desde marzo, tú y yo, esta carta se la dedicaremos a Diego y, cómo no, a Sandra. Más conocidos como los padres de Mara.

Del papi

Y es que, pese a que no seas aún consciente del asunto porque andas más enfrascada en el manual de instrucciones de tus tripas y articulaciones, tu papi es pionero en una práctica que probablemente no tenga nada de extraño cuando te llegue la hora de la maternidad, apuntarse a la baja paternal.

Esto es, compartir con tu pareja la maravillosa carga de noches de insomnio, cambiar fétidos pañales, visitas médicas, vacunaciones y lactancias varias. En esto último el varón suele encargarse de la parte logística. La de dar el pecho aún no toca, creo.

A cambio, presencia la primera sonrisa y los balbuceos con los que, me arriesgo en la interpretación, pronuncias tu primer te quiero… o despertarse contigo entre los brazos.

De la mami

En cuanto a Sandra, faltan palabras. Que madre no hay más que una y a ti te encontré en la calle, que sentenciamos los hijos únicos cuando corremos al calor de la falda materna en busca de un buen planchado y una sabrosa tortilla de patata.

Sobre la protagonista de mañana, tan sólo te revelaré que basta contemplar la luz de su rostro cuando os reencontráis para intuir que lo daría todo por ti. Cada pocas horas saboreas su amor manando de sus pechos, qué te voy a contar. Dudo que la fruta que empiezas a catar estos días alcance su dulzura. Así que espero que Diego sepa guiarte en la elección del regalo. De hecho, ya acertó. Se lo entregaron mutuamente hace unos meses. Un 18 de noviembre, en la maternidad del Río Hortega.

Y, citando a un buen amigo de cañas y vidas, el bueno de Félix, ciertamente estas líneas me han quedado un tanto ñoñas pero qué le vamos a hacer. La ocasión lo merece. Antes de despedirme, Mara, permíteme que, abusando del pasteleo, le mande un gran beso a un ser muy especial. Ella ya sabe quien es, ¿verdad, mamá?

Postdata: No se admiten reclamaciones ni se recetan jarabes para el ardor de estómago causado por el merengue.

No hay comentarios: