sábado, 4 de noviembre de 2006

Dilemas prenavideños

Querida Mara:

¿A qué huelen las nubes? ¿De qué materia están compuestos los sueños? Tranquila, que no se trata de un examen de entrada en la guardería, aunque el misterio que te presento hoy probablemente sea tan difícil de responder como estas metafísicas cuestiones. Los días encapotados me pongo así. Omitamos el adjetivo calificativo, si no te importa.

Tras el paréntesis que supone la Seminci en la rutina pucelana, aprovecho para plantearte ahora un enigma que me acompaña desde antes del susodicho festival. Aunque, claro, estoy seguro de que intentarás escaquearte con la típica excusa. Ya te veo en plan, jo, que no llevo ni un año en este mundo. Dame un poco más de plazo, como los 90 días de confianza que nos piden los políticos al encaramarse a la poltrona.

Cuando levantas la cabeza de la sillita de paseo, quizá para mirar a ese quesito que llaman luna, puede que te hayas percatado de su presencia. Como que no quiere la cosa, a la chita callando, llevan unas tres semanas entre nosotros. Aparecieron de buena mañana, colgadas por duendecillos municipales con nocturnidad y alevosía.

Desde entonces, las guirnaldas de bombillas apagadas nos recuerdan la inminente llegada de las fiestas navideñas. Están al caer. Más o menos les faltan aún dos meses. Más o menos, ya te digo, porque más allá del comienzo oficial, cada uno tiene una fecha marcada en su calendario interno. Tampoco faltan quienes viven en una navidad perpetua, y unos cuantos se quedaron estancados en su propio carnaval. Sólo hay que encender ese electrodoméstico que acaba de cumplir medio siglo entre nosotros y comprobarlo en informativos y magazines.

La pregunta que me corroe las entrañas es: ¿por qué tanta prisa? Tal vez sea una estrategia de los ayuntamientos para que en las calles, vías y avenidas de sus respectivas localidades reine el espíritu navideño. Las ciudades se convertirán en escenarios de las películas de Frank Capra donde los coches no pitarán a los ancianos al cruzar los pasos de cebra, los vecinos se saludarán en el portal y los especuladores plantarán pinares.

Pues me temo que la estrategia está fallando porque seguimos intentando meterle las varillas del paraguas en el ojo al resto del personal. Además, las consultas de los psicólogos ya tienen números clausus por culpa de la avalancha de depresivos navideños que, en esta ocasión, han madurado antes.

Vivimos en una sociedad anticipatoria, eternamente insatisfecha. Necesitamos ir a la velocidad de la luz para no detenernos en nosotros mismos. En junio ya se anunciaba la vuelta al cole del próximo curso, cuando muchos ni siquiera habían sembrado las calabazas de septiembre. A este paso, las rebajas de verano tocarán en febrero y las de invierno, en julio.

Por la parte que te toca, Mara, aprovecha y gatea que luego ya no te dejarán hacerlo. Ya habrá oportunidad de correr. Me despido con otro dilema. ¿Qué gracia tendrían los buñuelos en agosto y el roscón de reyes en abril? Celebra Villalar con un roscón. De sorpresa, un estatuto de comunidad histórica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Mara, el invento de adelantar las navidades, la vuelta al cole, el 14-F...no es más que una disculpa para consumir más, la realidad es así de cruda cielo, por mucho que Angel te lo pinte tan ñoño todo. Besitos preciosa

Angel Javier dijo...

Dios Ángel, qué preciosidad, cuánta poesía, me gustan todas tus cartas pero esta del aniversario es una maravilla. Si Mara es escorpio te entenderá y sabrá quererte, pero tendrás que estar atento a su desarrollo y sus pasiones...Deseo que cuando seas mayor, que aún falta mucho, te escriba de verdad y te quiera como tú a ella. Un abrazo muy grande, poeta.