sábado, 18 de noviembre de 2006

Feliz, feliz en tu díaaaaaa

Querida Mara:

En unas horas, cuando el sol sestee, empezarás a contar la vida por anualidades abandonando las mensualidades en las que te has apoyado hasta ahora. Ya las recuperarás de nuevo en tu etapa laboral encarnadas en nómina y los trimestres escolares marcarán tu calendario vital. Persona y tiempo, encadenados hasta el fin de sus días.
En este aniversario, tu primero, pensé descolgarme con un acústico, ‘unplugged’ le llaman los más cool. Un aviso de Protección Civil me ha hecho recapacitar. La pertinaz sequía se ha tomado vacaciones, una fuerte borrasca avanza por el mapa… tampoco queremos ser los culpables del desbordamiento de pantanos. Así que ya te susurraré el feliz cumpleaños al oído, como una nana de la cebolla.

Te seré sincero, como casi siempre. Si fueras adulta te mentiría más. Esta carta me ha costado. He sudado, pese a la temperatura, pensando qué decirte en tan única ocasión. He dudado, he vacilado, he desechado ideas… Ni el café ni el tabaco me han ayudado a romper la maldición del folio en blanco. Bueno, pantalla.

En este año te di la bienvenida al mundo, te hablé de neuras personales como la crisis del paso a los 30, despotriqué contra políticos y personajillos de nuestra España, sollocé por la búsqueda imposible de piso… Incluso empleé los papeles de Salamanca como kleenex. Te he dado bien la lata, la verdad.

Vamos, que si lo sospechas te quedas un poco más al calor del vientre de Sandra. Supongo que saber que te esperaba el abrazo de Diego te animó a salir. Total, que en estos monólogos epistolares te he deformado convenientemente el mundo a mi imagen y semejanza. Al menos a imagen y semejanza de mis muchas neurosis. Tengo que dejar de escuchar a Calamaro mientras escribo.

Repasando nuestra correspondencia, echo en falta que tú me cuentes el mundo. Tu mundo. Ahora que lo palpas curiosa, que te lo llevas a la boca para descubrir nuevos sabores, que observas cómo los colores se han asentado en tu retina… ¿cómo lo ves? Cuéntanos. Reinvéntalo para quienes pasamos junto a una amapola sin olerla o nos refugiamos en la bufanda cuando el viento acaricia el rostro. Tú que odias el paraguas, recuérdame cómo se siente la primera gota de lluvia en la piel.

Confío en que, cuando mis dientes sean postizos, al geriátrico me llegue semanalmente la carta de la niña ya mujer. Si las dioptrías me lo permiten te leeré atentamente. A través de tus palabras, querida Mara, me revelarás el mundo, tu mundo, el de tu generación. ¿Cómo será? Espero que menos hipócrita, insensible y dogmático que el que yo vengo detallándote. En el futuro nos aguarda la esperanza, que hemos de afianzar en la rutina del presente.

Has alcanzado la primera estación de tu tránsito. Recuerda que en el vagón te acompañamos muchos y que el carril no es único. Sopla la vela con todas tus ganas, pronto le acompañarán otras. Pide muchos deseos y no te olvides de cumplirlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un beso por tu primer cumple, Mara.

Anónimo dijo...

Muchas Felicidades Mara. Aunque, no te queda mili, ni ná.
Figaro